Independencia latinoamericana

En los albores de la Independencia

Durante el siglo XVIII surgen unos movimientos de descontento en América Latina que desencadenan la primera fase de los levantamientos que marcan no sólo este siglo, sino el siglo XIX también. Estos levantamientos conducen a la Independencia mediante un período tumultuoso e inquieto. La Ilustración y la Revolución francesa (1789) tienen un impacto indirecto, en la mayoría de los casos. En menos casos el impacto es directo, mas existente y efectivo. Así que, poco a poco, se ve una distante posibilidad de Independencia.

Dicho período se marca por la ausencia de una metrópoli fuerte que provoca un gran vacío de poder, así que los criollos ven este vacío como la solución en sus problemas. El descontento de los indígenas creado por los años de avasallamiento, de esclavitud y de trabajo forzoso es una de las causas de dichos levantamientos. Por otra parte, las reformas fiscales de los Borbones, instituidas por José Antonio de Areche (1731-1788), originan un gran disgusto. Areche llega a Lima (14-7-1777) como visitador general y trata de modernizar el gobierno de Indias. Su esfuerzo no sólo es áspero, sino conduce al levantamiento del cacique Tupac Amaru (1740-1781). Tupac Amaru pretende realizar la abolición de las aduanas, la supresión de los corregidores, las alcabalas, la mita de Potosí y el reparto de las mercaderías. El disgusto de los criollos por su condición inferior a la de los españoles (no pueden ocupar cargos altos en la administración o la jerarquía eclesiástica) desempeña también un papel primordial en la creación de una atmósfera revolucionaria.

Generalmente hablando, la Ilustración europea provoca un gran cambio en la mentalidad americana; la noción de la libertad y de la patria son las principales ideas que afectan a los americanos. Asimismo, afectan el empirismo de John Locke (1632-1704), el racionalismo de René Descartes (1596-1650), las ideas de Denis Diderot (1713-1784) y de su “Enciclopedia”, la Revolución francesa y la guerra de independencia norteamericana (1775-1783). Sin embargo, hay historiadores contemporáneos que ponen en tela de juicio esta influencia. En palabras de Joseph Pérez: “Queda el ejemplo de las dos revoluciones, la norteamericana de 1776 y la francesa de 1789. La distancia cronológica que las separa de los primeros movimientos de emancipación de la América española-más de treinta años la primera, unos veinte la segunda- basta para demostrar que la influencia- si es que la hubo- necesitó mucho tiempo para que se ejerciera” (Pérez, 2006: 422). Por otro lado, Malamud opina que “Si en algún lugar de América la Revolución francesa tuvo un impacto directo y temprano fue en la isla de La Española, que debido al levantamiento de los mulatos y los esclavos negros conoció en poco tiempo una coyuntura de extrema violencia. (Malamud, 2013: 265). Sin embargo, hay que mencionar, que la mitad de La Española de aquel entonces vivía bajo la posesión francesa y por eso la divulgación de las ideas de la Revolución francesa era más amplia y directa.

De todos modos, los criollos, como más educados, difunden estas ideas y así se convierten en promovedores de los levantamientos latinoamericanos. Los sacerdotes también ayudan a la propagación de las nuevas ideas. Los cabildos y las juntas son también núcleos principales de las revoluciones. Las ideas se divulgan por las Sociedades Económicas de Amigos del País, por las “Gazetas” y los periódicos; las sociedades secretas (logias masónicas) crean una terreno fértil para la revolución. Cabe mencionar que un gran número de libertadores y héroes de América Latina eran masones. Por otra parte, y para hablar más específicamente, el levantamiento de Tupac Amaru tiene obvios rasgos nacionalistas. Además, según Juan Ossio, el levantamiento de Tupac Amaru y todas las insurrecciones andinas tienen una ideología mesiánica que se basa en la concepción cíclica del tiempo. El mesianismo o milenarismo supone que Jesucristo regresará para reinar a la tierra de los justos después de mil años. Es el mito andino de Incarri y del asesinato de Atahualpa.

Las insurrecciones tienen muchas semejanzas. El objetivo común es librarse del yugo español. Las causas sociales, económicas y políticas son más o menos las mismas. Empero, dentro de esas insurrecciones hay también muchas diferencias. Generalmente hablando, los criollos son los que dan el do del pecho. Por ejemplo, en el caso del levantamiento de Tupac Amaru la élite criolla se alía con el pueblo indio. Sin embargo, mestizos, negros y españoles hay en ambos lados revolucionarios. El incipiente nacionalismo de Tupac Amaru, el deseo para el renacimiento de la cultura incaica, las reivindicaciones sobre las tierras, la libertad política y la independencia son sus principales características. El movimiento independista de Nueva España tiene en común (con el de Tupac Amaru) el descontento a causa de las reformas borbónicas y una gran crisis económica, pero tiene muchas diferencias también. En el caso de Nueva España los precursores son los curas y más específicamente el padre Miguel de Hidalgo (1753-1811) y su heredero el sacerdote José María Morelos (1765-1815). Hidalgo es un cura muy culto, influenciado por las ideas de la Ilustración; es la persona que esfuerza poner el germen de la Ilustración a los indígenas y así se genera la idea de la Revolución. En este punto cabe mencionar El despertador americano, el periódico editado entre 1810 y 1811 que ayudó mucho a Hidalgo con sus artículos incendiarios. Por otra parte, la ocupación de España por Bonaparte (1808) desencadena una crisis política que conduce al levantamiento. En palabras de José Guerra, “el pueblo deseaba que se declarase la guerra a Francia” (Guerra, 1832: 30).

Según Malamud, la emancipación de América Latina se realiza a través de las guerras de liberación. Malamud sigue mencionando que la independencia de América “se produjo como propia evolución interior, cuando efectivamente pudo llevarse a cabo.” (Malamud, 2003: 265).  Asimismo, la sociedad americana llega a cierto punto de madurez, lo que marca el inicio de la identidad americana y de la emancipación. Pero, a nuestro parecer, el futuro enseñó que la sociedad no estaba completamente preparada. En palabras del libertador “La América no estaba preparada para desprenderse de la metrópoli”[1]. Porque si de veras estuviera preparada, no hubieran seguido los incidentes de las guerras civiles, las dictaduras y todo lo que siguió.

La emancipación americana puede ser dividida en tres etapas de evolución. La primera etapa es la de preparación. El precursor Francisco de Miranda (1750-1816) se considera el primero que concibe la idea de una América unida. Desde la batalla de Pensacola (1781), en su mente se había formado la idea de la Independencia (Pérez, 2006: 434). Esta idea la siguió más tarde el libertador Simón Bolívar (1783-1830). La segunda etapa es la de las insurrecciones. Los criollos son los protagonistas de esta fase. Y la tercera etapa es la formación de un nuevo mapa con países libres. La emancipación fue un proceso lento y violento. Desde la primera revolución, la de Tupac Amaru y el primer país independiente, o sea, Haití (1804) hasta casi las últimas independencias, como por ejemplo la de Honduras en 1850 son cincuenta años. Por supuesto, no todo ese período es revolucionario. Sin embargo, en esa cuarentena cambió no sólo la geografía del continente latinoamericano, sino la mentalidad y la vida de la gente.

Los años después de la emancipación no fueron años felices a causa de las dictaduras y la turbulenta vida política. Una de las consecuencias directas de la emancipación es la toma del poder por los militares. Eso en su turno condujo a la inestabilidad constitucional de los países, si hablamos de la política; y también condujo a la miseria, si queremos hablar de parte de los seres humanos que habitan el continente sudamericano. Las consecuencias siguen siendo obvias hoy en día más que antes.

Sintetizando, podemos decir que las revoluciones abren el camino a la independencia de América. Tras las revoluciones se fundan muchos nuevos países. Asimismo, esta independencia provoca la emancipación y consecuentemente, las insurrecciones, la independencia y la emancipación se relacionan entre sí. Lo que también cabe mencionar es que, a fin y a cabo, a causa de esos levantamientos, España pierde el control imperialista en América Latina y se reduce a una potencia de segunda importancia. Y, si lo miramos desde la perspectiva actual, sí, España perdió el control, pero la situación sigue más a menos como antes, puesto que el control, de manera indirecta y “clandestina” pasó a manos norteamericanas. El subcontinente latinoamericano sigue viviendo bajo un yugo diferente esta vez. Lo que en el siglo XVIII marcó los albores de la Independencia, ahora parece ser la otra cara de la misma moneda.

Bibliografía

Castillo Didier, M., 2013. Φρανσίσκο ντε Μιράντα, Φιλέλληνας, Πρόδρομος και Ήρωας της Λατινοαμερικάνικης Ανεξαρτησίας, Μεταφ.: Μαρία Δαμηλάκου, Νότιος Άνεμος , Αθήνα.

Guerra, J., 1832. Historia de la revolución de la Nueva España, Bodleian Library Oxford, London.

Malamud, C., et al., 2003. Historia de América Latina, Editorial Universitas, Madrid.

Malamud, C., 2013. Historia de América, Alianza, Spain.

Ossio, J., 1973. Ideología mesiánica del mundo andino, Ed. Ignacio Prado Pastor, Lima.

Pérez, J., 2006. Historia de España, Crítica, Barcelona.

Vargas, A., 2002. Ιστορία των Χωρών της Λατινικής Αμερικής, ΕΑΠ, Πάτρα.

Walker, C., 2008. The Tupac Amaru and catarista rebellions, an anthology of sources, tran. Ward Stavig and Ella Schmidt, Hackett Publishing Company, Indianapolis.

“José Antonio de Areche”, 12-2-2014,

http://www.euskomedia.org/aunamendi/143237

“Tupac Amaru”, 12-2-2014,

http://www.britannica.com/EBchecked/topic/609384/Tupac-Amaru-II

“Miguel Hidalgo”, 19-2-2014,

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/h/hidalgo.htm

“El despertador americano”, 19-2-2014,

http://www.antorcha.net/index/hemeroteca/despertador/4.PDF

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