Querido papá,
Espero que estés bien, lejos de todos esos problemas terrenales. Aquí, los niños no están bien, papá. Tu príncipe parece muy fuerte y a pesar de todos los problemas, sale adelante, pero la verdad es que no va bien. Lo veo, cada día, poco a poco, este confinamiento nos va comiendo las entrañas; vamos perdiendo nuestra fuerza. Y tu príncipe no me dice nada pero yo lo puedo entender, no está bien. Ha perdido su paciencia, ha perdido su libertad, ha perdido su vida entera. Y yo no puedo hacer nada. No es solo el confinamiento, sino su mundo entero que va apagándose junto con su salud frágil y su cuerpo débil. Y el pequeño…el pequeño no quiere entender, no acepta la Muerte de todas esas personas. Hay veces que toca el piano y parece un ángel caído; y otras, parece una criatura fuera de este mundo. Me da miedo, papá. Ayúdame, papá. Tú siempre sabías distinguir entre lo correcto y lo incorrecto. ¿Dónde estás, papá? ¿Por qué me has abandonado? Necesito hablarte, verte, acariciarte…Necesito un abrazo tuyo, fuerte y calmante, necesito tu mano firme y estable.
Padre, ¿por qué nos has abandonado? Somos hijos tuyos…